En la concepción espiritual generalmente podemos ver dos objetos ideológicos correspondientes a la filosofía ontológica, la cual profundiza en el ser, normalmente hay una pregunta que en todo camino espiritual todas las personas se conectan a través del “yo soy”, es decir se replantean, observan, se transforman y llevan un camino profundo de descubrimiento; sin embargo siempre habrá una construcción de un “yo” (un ego estructurado) que entregará la ilusión de conocerse a sí mismo, cuando caemos en la trampa del ego de creer quién soy yo, hemos caído en la soberbia total y el camino espiritual se frena, debido a que es un descubrimiento infinito de quién en realidad soy, siempre podremos encontrar mucho más de nosotros mismos.

Podríamos hablar del mismo defecto de una persona en cualquier rama del conocimiento humano, cuando esté se siente muy avanzado en cualquier situación, deja de avanzar hacia esos mismos fines. Un ajedrecista que se siente superior deja de aprender, porque ¿Cuál es el propósito de seguir aprendiendo cuando ya estamos en la cima? Mientras que nosotros nos sintamos lo suficiente avanzados perdemos el propósIto de seguir creciendo.
Entonces ¿quienes somos? Entre más avanzamos en un recorrido de descubrimiento más vamos entendiendo un valor fundamental que se necesita ante el descubrimiento ontológico, más vamos revelando los velos de la siguiente objeto ideológicos mencionado al inicio ¿Quién quiero ser?
Descubrir que las personas quieren de sí mismas realmente requiere de una profundidad sobre el primer planteamiento, ya que si no es así solo estaríamos generando un deseo de los condicionamientos sociales implantados desde el nacimiento (o tal vez antes), sobre lo que nos enseñaron nuestros padres hermanos, amigos, los grupos a los que queremos pertenecer, etc.
Veamos que en algunos maestros de Kabbalah describen el libre albedrío de una forma difícil de ejercer, algo complejo, ya que los condicionamientos siempre van a estar presentes, a pesar de que se considera axiomático para la concepción del alma, para el proceso de encarnación lo deja algo complejo de ser, de hecho, algunos filósofos y pensadores están en contra de la creencia de que el libre albedrío exista ya que de cierta forma nuestros condicionamientos son nuestra prisión y está siempre está presente, ante ello, la Kabbalah va más allá se orienta al estudiante hacia un sendero que aprenda a salir de su propia prisión a través de la observación de sus condicionamientos y que aprenda a elegir.
Una vez que hemos hecho una reflexión, podemos observar y determinar con un poco más de claridad, ¿en quién me quiero convertir? y ¿quién soy? de una forma más clara, cuando podemos sentir que avanzamos un poco más en la respuesta de este par de interrogantes filosóficas, nos daremos cuenta de que nuestra vida, cada vez tiene más sentido.
